Por John Riddell. Este articulo primero fue publicado en la revista venezolana América XXI. Click here for English text.
Hugo Chávez no fue sólo un gran patriota bolivariano; él fue un defensor de los desposeídos del mundo.
• En una conferencia antimperialista en El Cairo (Egipto) en 2007, escuché que Chávez fue elogiado por su solidaridad con los palestinos, calificado como “un mejor árabe que los árabes”; “más cercano a nosotros que los árabes que imponen injusticia”.
• Chávez, el primer presidente latinoamericano en declarase a sí mismo de descendencia africana, proclamó en 2005: “Cada día somos mucho más conscientes de las raíces que tenemos en África”.
• Bajo el gobierno de Chávez, Venezuela proporcionó a la sufrida nación de Haití petróleo subsidiado, infraestructura y el apoyo de la asistencia médica cubana. El embajador de Estados Unidos denunció en 2007: “Chávez está ganando amigos e influyendo en las personas a costa nuestra”.
• “El presidente Chávez fue un amigo de la comunidad White Earth Nation… se preocupaba por los pobres”, dijo el líder indígena de Minnesota Erma Vizenor sobre su muerte. Venezuela donó combustible para cientos de miles de residentes necesitados en Estados Unidos y para pueblos nativos de todo el país.
• La ayuda venezolana al pueblo ni¬caragüense incluyó “petróleo subsidiado –provisto a toda la región– ayuda para pequeños agricultores y empleados públicos de salarios bajos, y una impor¬tante inversión para ayudar a la segunda economía más pobre del hemisferio” (Felipe Cournoyer, Managua).
Pero la ayuda venezolana no es caridad. Está fundada en la solidaridad mutua, expresada sobre todo a través de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba). Chávez fue el primer motor del Alba.
En su programa de 2008, el nuevo partido amplio de los trabajadores de Québec, Québec Solidaire (QS), elogió al Alba como el tipo de tratado que Québec necesita, “basado en los derechos individuales y colectivos, el respeto por el medio ambiente y la ampliación de la democracia”. En efecto, el Alba, como el QS en sí, se basa en la defensa de la soberanía nacional. Sus miembros principales, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela han entrado en acción en contra de varios intentos de golpe de Estado de la derecha, logrando victorias notables en Bolivia y Ecuador.
En respuesta al sueño de Simón Bolívar de la soberanía a través de la integración regional, el Alba surgió de la resistencia a los golpes del neoliberalismo y los planes de Estados Unidos de imponer el “libre” comercio. Como escribió Paul Kellogg, el Alba es una “aproximación ‘contrahegemónica’ a los procesos de globalización” que han dominado la región durante varias décadas.
El proyecto del Alba tiene como objetivo llevar a cabo el comercio sobre la base de la solidaridad, protegido de los golpes del mercado capitalista mundial. Es cierto que el Alba no va más allá del capitalismo. Tampoco la revolución que llevó Chávez en Venezuela ha podido, hasta ahora, vencer al poder capitalista, ya sea en la economía o en la burocracia estatal. Sin embargo, Chávez diseñó el Alba como una ruta hacia el “socialismo del siglo XXI”. Ciertamente, el crecimiento de semejante tipo de alianza soberana multinacional podrá mejorar las perspectivas de una empresa socialista futura.
Chávez lideró el desarrollo de instrumentos amplios de unidad regional: Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) y Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe). La Celac ha unido a todos los estados de “Nuestra América” en alianza fraternal, excluyendo al mismo tiempo –para alegría de los socialistas de América del Norte– a los regímenes prepotentes de Estados Unidos y Canadá. Y Chávez llegó más allá del continente, incluyendo la construcción de una relación con Irán que desafía el bloqueo liderado por Estados Unidos.
El gobierno del país en el que vivo, Canadá, respondió con dureza a la lucha por la libertad del pueblo venezolano. Canadá comenzó subvencionando la oposición derechista a Chávez; trató de contrarrestar la creciente influencia internacional de Venezuela; los medios de comunicación difundieron que Chávez era un “dictador”. Cuando Chávez murió, la reacción oficial de Canadá fue vista por muchos en Venezuela como un premeditado insulto a su memoria.
Sin embargo, a pesar de los golpes de la vieja élite, ha nacido un vibrante movimiento por el socialismo.
Hugo Chávez ha ayudado al socialismo a empezar a ganar una nueva y más amplia audiencia en los pueblos del mundo.
Militante socialista y historiador, John Riddell (http://johnriddell.wordpress.com) es miembro del comité Toronto Bolivia Solidarity.